Simón regresa a casa con sus sentimientos intactos y decidido a conquistar a Teresa, aunque no sepa cómo hacerlo.
Eso no debe importarle lo más mínimo, porque para ello tendrá la ayuda de una visita inesperada que le obligará a hacer de nuevo las maletas y pasar unos meses, junto a Teresa, en el pueblo de su infancia.
Pero no solo tendrá que convivir con ella, también tendrá que hacerlo con otras dos mujeres, a cuál peor.
El pobre sobrevivirá de milagro.
La confección de unas piezas de ropa muy especiales, alguien del pasado que sigue en el presente, unas cartas antiguas llenas de dolor y un lugar confortable para pasar la noche, formarán parte de las idílicas vacaciones con las que Simón siempre había soñado.
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