Dante es el directivo de una empresa inmobiliaria que atraviesa por el infierno de la crisis actual al modo de los detectives privados de la novela negra tradicional.
Dante se ve involucrado en la historia perturbadora de Isabel, una mujer fruto del Madrid torcido de la posguerra, que se suicida en uno de los complejos inmobiliarios que gestiona la empresa de Dante cuando va a ser desahuciada por impago.
Las cosas se complican para Dante, porque cuando la policía registra el apartamento de la suicida, descubre que allí se esconden los restos de dos hombres a los que probablemente Isabel haya asesinado.
Dante querrá descubrir entonces la inquietante historia de Isabel y desentrañar los motivos que la llevaron a arrojarse por la ventana del piso donde vivía para responder así una inquietante pregunta: ¿los asesinos tienen una marca genética que los señala terriblemente al nacer o son el fruto de un entorno despiadadamente hostil? Nada nos hará sospechar que Isabel se convertirá en una fría asesina al conocer con detalle la historia de su juventud.
Ella se nos presenta, más bien, como una joven ingenua sacada de una de las novelas rosas que tanto le gusta leer.
Aunque rehúye la participación política directa, las circunstancias hacen que se vea forzada a entrar en el sindicato vertical de la mano de la naciente comisiones obreras.
Es entonces cuando descubre el amor físico e intenso por Marius, un joven estudienate y poeta que forma parte del grupo de idealistas que luchan en contra del régimen represivo que agoniza, pero que todavía es capaz de dar sus últimos zarpazos.
Además, en la fábrica donde trabaja Isabel, se oculta un terrible hombre, un demonio escapado de la guerra civil que la persigue para matarla de la forma más cruel y despiadada sin que ella sepa su identidad ni el porqué. Isabel deberá encontrar las respuestas que desenmascaren al monstruo porque de ello depende su felicidad y su vida.