La vida de Sara llevaba ya muchos años sacudida por la tragedia.
La muerte temprana de su hermano, la larga enfermedad de su madre y la muerte posterior de ésta, a causa de los actos de su padre.
Un ex marido adicto que les acosa por dinero.
Una deuda a causa de la adicción de éste, la obliga a solicitar una baja de su puesto de enfermera en el hospital donde trabaja y acepta un puesto en una hacienda remota para cuidar de un anciano.
Necesita el dinero desesperadamente porque sus tres hijos y una hermana inestable dependen de ella.
En La Gloria va conociendo la apasionante vida de su paciente y la desgracia que siempre le ha rodeado, la tensa relación con un hijo alejado, que ni siquiera quiere usar el apellido del padre.
A la muerte del anciano, Sara, atónita recibe la noticia que su paciente le ha dejado la mitad de su fortuna, es la copropietaria de La Gloria.
Un lugar que el hijo de su enfermo quiere destruir a toda costa. Sara sabe que debe salvar ese lugar de las garras del hijo de Ricardo.
Es la única explicación que encuentra para lo que le está ocurriendo.
Pronto comprobará que no tiene un enemigo fácil, que quizá ha salido del infierno de sus problemas económicos para entrar en otro aún peor.
Las situaciones que vivirá le mostrará unos recursos y una fuerza que ignoraba tuviese.