Un adolescente decide abandonar su barrio en el que ha vivido, animado por la música rock, Los Beatles, y de otro lado Kafka, Camus, Soren Kierkegaard, los escritores del existencialismo.
El culto por la naturaleza ha invadido a la juventud del mundo y él, Julián, decide irse a buscar, lo que eso pueda significar.
Termina enrolándose con dos personajes.
Emma, una mujer de extraordinaria vitalidad. Su mundo es la naturaleza y el Arte, quien considera que el mundo ya ha ido dejando atrás el sueño de la Revolución, que ha sido la obsesión de sí misma y de su marido, el rey Arturo -que así lo llama Emma- una sombra presente en la vida de Emma, quien la ha abandonado, pero sigue habitando la casa como una alucinación.
Luego Julián conoce a Arthur, un francés deseoso de convertirse en artista, consumidor de marihuana, que cae por momentos en sus efectos delirantes.
Con ese espíritu se pasean por la ciudad de Cali -el mundo siempre presente en la obra del escritor- llamada la sucursal del cielo.
Viven allí su mundo habitado por la música. Emma proteje a Julián y este inicia su vida de hombre independiente con un negocio de venta de huevos, con cuyas ganancias emprende un viaje hacia el sur del continente.
Al final y siempre huyendo, como si fuera la consigna de la época, Julián viaja con un nuevo amigo por Europa y Nueva York, para finalmente encontrar su felicidad en el amor de una niña, cantante, de serena belleza y así entender, que su historia no ha sido otra cosa que la celebración de una vida vibrante, llevado por una inspiración sin límites.
