Elena y Carlos llevaban varios años juntos.
La conexión entre ellos era tan especial que lo tenían todo planeado: los hijos, los muebles, hasta el color de las paredes del salón y la mecedora que adornaría un rincón.
Parecía que nada podía arruinar tanta felicidad, hasta que algo inesperado acaba separando sus destinos para siempre.
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