Sabrina, arquitecta y diseñadora de interiores, mantenía vivo un sueño desde hacía años: devolver a La Alborada, aquel palacio de cuentos de hadas sucio y abandonado que veía de niña en sus paseos, el esplendor y la belleza de tiempos pasados.
Por eso, cuando la oportunidad de su vida se presenta, se aferra a ella dispuesta a conseguirlo como sea.
Sin embargo, no contaba con que la mansión de sus sueños encerrara un “regalo” inesperado: el príncipe también venía incluido con la casa y con él allí, las extrañas leyendas que corrían por la ciudad sobre el palacio comenzaban a cobrar sentido.
Nunca pudo sospechar que aquel “príncipe encantador”, en ocasiones molesto y desquiciante, pero también pícaro y divertido, consiguiera con su simple presencia que todo su mundo, sus creencias, sus objetivos y sus principios cambiaran radicalmente.
Pero sobre todo, lo que nunca imaginó fue que lograra colarse en sus pensamientos, en sus sueños y en su corazón de manera irremediable y eterna.