El pasado de Aurora no ha sido un camino de rosas, y por si fuera poco, sabe que la estancia en el internado de Suiza tarde o temprano le pasará factura.
Su padre nunca regala nada.
Durante mucho tiempo se ha escondido de los demás, y ahora más que nunca, su carácter ha cambiado, y su habilidad para enmascarar lo que siente ha mejorado en muchos sentidos.
La vida de Bruno podría definirse con una palabra: desenfreno.
Carreras ilegales de moto, chicas, amigos, fiestas... Ahora debe abandonar Madrid y viajar a Suiza con su hermana para alejarse de esa vida.
Su carácter impulsivo y con tendencias a rebasar los límites de lo prohibido, su chulería y la seguridad en sí mismo no harán que la toma de decisiones acerca de su futuro sea algo sencillo.
El primer encuentro entre Bruno y Aurora será como un choque de trenes.
Él es irritantemente grosero y soez.
Ella estirada e inalcanzable.
Pero la chispa saltará desde el primer instante, y pese a que ella tiene prohibido enamorarse, los designios del corazón no se pueden cambiar.