Silvio Brianza había abandonado los barrios bajos donde había crecido, pero aquella época le había dejado profundas heridas.
Jessie subsistía a duras penas fregando suelos de día y cantando en un sórdido bar por las noches.
Silvio le había dado la espalda a ese mundo de pobreza y bandas callejeras, pero tenía un asunto pendiente: debía sacar a Jessie de allí.
Jessie era incapaz de resistirse a Silvio, pero tenía que recordar que era su enemigo y había renegado de su pasado; jamás podría amar a una chica pobre como ella.