Ellie Haworth ya está harta de esperar como una tonta a que John dé señales de vida o cuente con ella para sus planes, y de que, cuando finalmente se digna a hacerlo, se limite a un escueto sms, un breve mensaje de correo o un simple `Nos vemos. X`.
Cierto que desde el principio fue consciente de dónde se estaba metiendo al liarse con un hombre casado, pero la sensación de estar siempre a la espera resulta cada vez peor.
Un día, a raíz de un encargo de su redactora jefe del Nation, Ellie tropieza entre los archivos del periódico con un tesoro inesperado: unas cartas de 1960 en las que un hombre relata su amor imposible a su amante, una tal Jennifer.
Al leer frases como `Quiero que sepas que en algún lugar de este mundo hay un hombre que te ama` o `Tu me haces querer convertirme en una versión mejor de mi mismo`, los ojos se le anegan en lágrimas, pues intuye que jamás nadie le dirigirá a ella palabras de amor verdadero como aquéllas.