«No sé ni siquiera si estás viva, pero tenía que decírtelo: Roberto ha fallecido esta mañana en...», dice el mensaje de Rocío, una antigua compañera del instituto, y el corazón de Helena da un vuelco.
Igual al día en que advirtió que se había enamorado de su profesor de literatura.
Ahora tendrá que enfrentarse a su muerte y a sus recuerdos.
Helena conoce la muerte (ha perdido a sus padres, en circunstancias muy distintas), pero la de Roberto agitará todos los fantasmas.
En el tanatorio la espera Rocío, a quien Helena entregó hace muchos años su diario, pero también Laura, la viuda de Roberto, quien insiste en invitarla a su casa.
Joven, reputada y polémica crítica gastronómica, Helena analiza, recomienda y censura sabores y platos, pero no sabe qué hacer con su vida.
En su Alcalá de Henares natal, lejos de la revista en la que trabaja y de su pareja, mientras los recuerdos la asaltan y le anudan el estómago, deberá decidirlo.