La dulce y tímida Latonia casi estaba por desmayarse ante lord Branscombe.
Los ojos grises del hombre brillaron de cólera cuando gritó, sin misericordia: “Usted es una mentirosa, Latonia, una mujer sin escrúpulos” que, por su culpa recibirá un castigo bien merecido.
¿Por qué había engañado al señor, haciéndose pasar por ser su prima, y viajó con él para la India?
Ahora, entre la pompa y a la abundancia de los palacios indios, el engaño fue descubierto.
Pero ese Lord Branscombe eligió un extraño castigo para Latonia: obligó a la joven mujer a ser su esposa.