Verónica accedió a sentarse a su lado.
Respiró hondo pese al hedor a sangre que envolvía el ambiente.
Relajó los músculos de la espalda y pensó que ella era de los buenos y que, en definitiva, no podía pasarle nada.
Pero se equivocaba.
Una historia llena de suspense y pasiones que no alcanzan límite