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domingo, julio 17, 2016

Adiós a mi virginidad


Andrea Massú, se encontraba patas arriba, tratando que le llegara más sangre a su aturdió cerebro. 

Tenía 22 años de edad y aun no sabía qué hacer con algunas cosas de su vida, era una desorganizada con respecto a ella, al menos en el aspecto sentimental.

Trabajaba, sí, pero, no le gustaban otros aspectos de su vida. Para ella (ahora), tenía una vida de lo más aburrida y plana.

Andrea, era una mujer decidida y fuerte, pero en su empeño de querer lograr sus ambiciosas metas, había olvidado que había un mundo allá fuera que esta sin ser descubierto por ella.

Durante años se enfocó en sus estudios, luego en su trabajo, pero, ¿ahora? Todo se veía aburrido. Todo lo que antes significaba un reto, ahora estaba sin ninguna emoción.

A pesar de ser una mujer bonita; con piel delicada y blanca como la leche, delgada con un poco de curvas, sus facciones exquisitas y refinadas, unos ojos de un oscuro marrón, su cabello largo y liso de un color ébano y sus labios de un rosado fresa tan hermosos que cautivaba a cualquiera.

A los hombres no les interesaba ella, al menos no a la mayoría. Andrea, siempre andaba con el ceño fruncido, siempre seria y nunca miraba a nadie excepto que fuera por algún “compromiso”.

Una vez había sido besada, y no había sido por gusto, por el contrario. 

Había sido a la fuerza por un chico que estaba borracho en una fiesta en la que se vio forzada a ir. 

Por desgracia, para él, Andrea había aprendido un movimiento de defensa personal y a penas logro posar sus labios en los de ella, el chico había salido volando para aterrizar dolorosamente en el suelo...