jueves, septiembre 12, 2019

El baile de las máscaras

Ella era una mujer joven y hermosa. 

No se merecía esa clase de vida. 

El amor llamaba a su puerta. 

Ya no podía seguir manteniendo el voto de castidad. 

No deseaba mantenerlo. Más bien ansiaba infringirlo. 

¡Ansiaba entregarse a sus brazos, abrasarse en el fuego de la pasión!

El joven sacerdote que le había robado el corazón se llamaba Harold. 

Era tan joven como ella. 

Y rabiosamente atractivo, con su aire romántico, sus profundos ojos azules, su cabello rubio, ensortijado, rebelde, que se resistía a ser peinado, y con ese arrebatador aire romántico que lo acompañaba allá adonde fuese, hiciera lo que hiciese.

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