Dolores Diana Parto García no era una princesa.
Si tuviese que ser parte de un cuento de hadas, terminaría siendo la rana.
Aunque podría pasar por los besos de todos y cada uno de los príncipes, sin concederse el milagro.
Desde que tuvo uso de razón sufrió las burlas de todo el mundo.
A pesar de todo, aprendió a levantarse de cada caída, de manera literal.
Además de algo pasada de peso solía ser un poco torpe.
Sin embargo, nunca perdió la esperanza, porque como siempre dicen: es lo último que se pierde y ella sabía que, en algún momento, su príncipe azul llegaría.
Eso o acabaría casándose con Dios, los dotes para ser una buena monja los poseía.
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