domingo, noviembre 20, 2016

Siempre


Rosamunde, la hija bastarda del Rey Henry, se ha criado en un convento y está más que decidida a hacerse monja.... hasta que su padre aparece con un reticente prometido para que sea su esposo. 

De la noche a la mañana, Rosamunde se encuentra ante el altar prometiendo amar, honrar y obedecer a Aric.
Teniendo en cuenta la educación recibida por la joven, es más que lógico que no tenga ni idea de qué es lo que se espera de ella en la noche de bodas. 

Si a esto le sumamos que su única experiencia práctica ha sido ver cómo se aparean los animales en el establo, no es de extrañar que una de sus mayores preocupaciones sea si él le morderá el cuello e intentará montarla de manera ruda en el lecho conyugal. 

Desde luego, ese musculoso guerrero parece capaz de ejercer esa... pasión animal, aunque sus ojos prometen algo más dulce. Y, muy pronto, Rosamunde aprenderá que, aunque pueda ser difícil cumplir el juramento de obediencia a su esposo, será muy fácil llegar a amarle para siempre.

Aric está más que harto de las mujeres y ha jurado no casarse nunca… hasta que se encuentra con el Rey que le pide que se case con su ilegítima, aunque amada, hija Rosamunde porque su vida corre peligro. Aric sabe que si se niega a cumplir las órdenes del monarca podría perder la vida, así que consiente malhumorado al matrimonio.

Rosamunde está a punto de convertirse en monja… hasta que se encuentra en el altar ante el hombre más atractivo que jamás haya conocido.

A partir de ese momento, ambos tendrán que aprender a confiar el uno en el otro si quieren que Rosamunde llegue sana y salva al castillo de su esposo.

¿Podrá este matrimonio por conveniencia hacer que Aric y Rosamunde se amen para siempre? 

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