Nathan Hurst detestaba la Navidad.
Para el resto del mundo era un día de alegría y celebración, pero a él sólo le servía para recordar el terrible acontecimiento que había destruido su niñez.
Hasta que una tormenta de nieve, la cancelación de un vuelo y un encuentro inesperado con una joven madre y su hijo, un niño con un don muy especial, le demostrarían que la Navidad es, en efecto, la época de los milagros.
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