Así que, ¿para qué necesita un hombre por muy atractivo que sea? Jimena no está dispuesta a soportar que nadie le diga qué debe hacer, ni cómo vestirse, que piense que su lengua es un arma de destrucción masiva o que se queje de lo horrorosas que son sus pecas… Y eso es justo lo que pasa cada vez que tiene la mala suerte de coincidir con Lucas.
Pero cuando se ven forzados a compartir una casa antigua en un pueblo en medio de ninguna parte, las chispas empiezan a saltar… sin que ninguno de los dos pueda evitarlo.
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